Para alcanzar el placer es necesario prestar atención al estímulo adecuado, no correr contra el tiempo y evitar los factores que nos distraen de la relación sexual.
Si no hay frotación, es probable que no haya orgasmo. Cada uno deberá explorar luego cuál es el ritmo, la intensidad y si prefiere sumar elementos o no a esas prácticas (Getty Images)
El orgasmo es una liberación de tensión sexual sobre la que se dicen muchas cosas. Son tantas las expectativas que se juegan alrededor de alcanzarlo, los rumores, los mitos y las presiones que giran en torno al suceso, que se me ocurrió plantear una fórmula para hacernos algunas preguntas que nos den un poco de claridad. Claro está, no existen fórmulas infalibles y mucho menos en lo que a respuesta sexual humana refiere, pero sí podemos afirmar que cuando se persigue el orgasmo hay 3 pilares fundamentales:
– Estimulo adecuado
– Tiempo suficiente
– Mínimos distractores
Estas condiciones son variables en cada persona y en cada momento, pero pueden servir para chequear qué es lo que nos está sucediendo cuando tenemos inquietudes o sentimos que no estamos satisfechos con lo que nos sucede, tanto en los encuentros sexuales como en las prácticas de masturbación. Pasemos entonces ampliar de qué se trata cada una de ellas.
Cuando hablamos de estimulo adecuado nos referimos a todo aquello que enciende nuestros sentidos en dirección de la excitación. Lo que vemos, escuchamos, olemos, tocamos y también la manera en que nos tocan o tocamos. Esto último es quizás lo más complejo, porque es mucha la confusión que hay en relación a las formas en las que podemos aumentar la tensión sexual, sobre todo en las personas con vulva.
Lo que estamos acostumbrados a ver en las películas son parejas heterosexuales que alcanzan el orgasmo durante el coito. Para las personas con pene, esto puede resultar adecuado en la gran mayoría de casos, pero la vulva necesita de fricción o como me gusta llamarlo a mi, frotación. Puede ser contra un almohadón, con la mano, con la pierna o el pene del otro, pero si no hay frotación, es probable que no haya orgasmo. Cada uno deberá explorar luego cuál es el ritmo, la intensidad y si prefiere sumar elementos o no a esas prácticas.
Vale decir que cuanto más vías de estimulación habilitemos más rico será el jugo. En el caso de las personas con pene, no es lo mismo estimular sólo el cuerpo del pene que estimular también el escroto, el perineo, el cuello, las orejas y más. Lo importante es ir probando y sumando. Cuanto más zonas erógenas activemos, mayor va a ser la excitación.
Estar atentos a qué es lo que nos funciona, practicarlo y poder comunicarlo en los encuentros con otro es clave. Por ejemplo, hay personas a las que les sirve mantener las piernas estiradas y otras que necesitan apretar los muslos o los puños para concentrar allí la energía que luego liberará. El autoconocimiento es primordial para llevar las riendas del propio placer. Poder conocernos y poder comunicarlo.
En relación al tiempo, lo más importante es no estar pendientes. Normalicemos que cualquier tiempo está bien, no hay medidas estándar en los procesos excitatorios de los individuos y en general, es lo primero que atenta contra la exploración de las propios caminos. Es muy común que las consultas de personas con dificultad para llegar al orgasmo incluso en masturbación, se resuelvan habilitando a los pacientes a tomarse el tiempo necesario el propio tiempo para dedicarse a explorar y descubrir los estímulos adecuados para ellos mismos.
El último elemento de nuestra fórmula sea quizás el más complejo de reducir. Los distractores pueden ser miles: desde no estar cómodos con nuestra imagen corporal, hasta el miedo de quedar embarazados o (ya que hablamos de tiempo suficiente) estar demasiado pendientes de los tiempos del otro. Cada uno de ellos se deberá afrontar de manera específica, pero empezar por identificarlos nos acercará a resolverlos.
Algunos van a requerir un trabajo personal interno: no es lo mismo sentir culpa porque me enseñaron que masturbarse es pecado, que sufrir por la falta de intimidad. En el primer caso será necesario ir al origen de la problemática, la historia familiar y los mandatos aprendidos. Luego hay cuestiones que se pueden resolver con cierta planificación y preparación de las condiciones que cada uno sabe que necesita para mantener el foco.
De cualquier manera, es esperable que la cabeza se nos vaya a otros temas tanto cuando estamos solos, como cuando estamos con otros. Lo importante siempre es poder volver la atención al momento presente. Cuanto mayor sea la ansiedad y el estrés mayores serán los distractores haya, más tiempo vamos a necesitar para llegar al orgasmo.
A esta fórmula le sumaría dos variables, que creo convenientes mencionar. Una es la pérdida de control, dejarse llevar por las explosiones de placer y las emociones que se generar sin inhibición. Entrar en trance, como cuando bailamos sin que nos importe nada. La segunda es no estar a la espera del orgasmo, porque cuánto más lo esperemos más nos va a costar.
Muchas veces los seres humanos nos encontramos en una especie de trampa respecto de estos temas. Hablar sobre sexo sigue siendo tabú y al mismo tiempo, sabemos que el único camino posible es el de la comunicación. No estamos entrenados en ese diálogo y mucha veces tampoco tenemos la apertura de escuchar y que no nos afecte el ego, cuando el otro nos dice: “es por acá”. Quizás sea este el mayor de los desafíos.
*Cecilia Ce es psicóloga, sexóloga y autora de los libros Sexo ATR y Carnaval toda la vida (editorial Planeta). En Instagram: @lic.ceciliace
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